Homilías    
 
 

El Padrenuestro

PADRE HORACIO

 

Mt. 6, 9-15

Mis hermanos:

Es un punto álgido de toda la predicación evangélica este tema. El Padre.
Todos nosotros, a medida que vamos desarrollando nuestra personalidad, reconocemos nuestro origen, nuestra relación de hijos con nuestros queridos padres.
Esta es una primera impresión del hombre, así, en su relación afectiva.
Y a medida que va desarrollando su conciencia va viendo las vinculaciones de su padre, que no sólo genéticamente es padre: Lo ha formado, lo ha educado, lo ha orientado. ¡Y daría su vida por él!
¡Qué imagen de padre!, trasladada a Dios, adquiere otra dimensión infinita.
No es solamente una relación, así, de paternidad o de dependencia con un Señor dueño del universo, creador de todas las cosas, última referencia. Todo eso es muy frío. No expresa lo que yo se.
Tampoco, por otro lado, es la filiación del Hijo Unigénito del Padre, Jesucristo, que tiene la misma naturaleza del Padre, que integra esa Trinidad en la unidad…
Es el Verbo. Es el pensamiento de Dios hecho persona. Como el Espíritu es el amor de Dios hecho persona.
Tres relaciones y una misma figura. Todo se conjuga…
Pues ese Padre no solamente nos invita a vincularnos con Él en una forma, así, de hijo a padre, si no que nos da su propia vida. Por eso esta oración que Jesús nos enseña no es una simple meditación, no es una simple reflexión, no es una simple petición…
Es una experiencia de Dios en nosotros.
A medida que vamos entrando ahí, experimentamos a Dios y el que experimenta a Dios participa de la vida de Dios, y eso es quizás el punto culminante de toda la fe.
Por eso comienza la oración, así, siendo petición, pero una petición que va entrando no solamente al corazón, sino a la vida íntima de Dios; y Dios se abre.
Y se puede escuchar desde cualquier rincón de la vida, desde cualquier situación humana. Quizás donde más Dios la escucha es donde más el corazón está agitado y está entristecido.
Porque este Padre se angustia ante la situación de dolor y de clamor de su hijo.
El Padrenuestro…, ¿por qué Jesús enseña así?.
Toda la lectura del día de hoy desde Abraham, que se atreve a forzar el corazón de Dios. Lo fuerza. Primero si hay 50 justos, después si hay 45, después si hay 40, después si hay 30, después si hay 20, si hay 10, y qué: Condiciona la voluntad de Dios. Condiciona el destino del Hombre.
El Padrenuestro representa todo el proyecto humano.
Todo proyecto tiene un fin, un camino para llegar al fin, y los medios para andar por ese camino.
Entonces el Padrenuestro representa la totalidad de nuestro destino como proyecto de Dios.
Primero: Padre. Esa especie de introducción de confianza.
Padre nuestro que estás en el Cielo.
Los Cielos, ¿qué son?: La Universalidad, el encuentro con la Verdad, el abrazo con el Amor. Ese es el Cielo, que se ha hecho carne en nosotros. El Cielo es Jesucristo. El Padre nos da Éso. Ese Cielo anticipado. Porque el que llega a recalar, así, las profundidades de esa paternidad en la filiación de ese Hijo unigénito hecho Hombre, realmente ya, así, transforma la vida.
Por eso la oración colecta de hoy, es esa capacidad de traducir lo que el Padre Eterno de las cosas administrarlas temporarias, desarrollando un programa eterno.
Padre nuestro que estás en el Cielo. Cuál es el fin del Hombre, fin de toda la Creación, para qué Dios creó. Porque el Bien necesita manifestarse a sí mismo. No a los demás, a sí mismo. El Bien es efusivo de sí. No se percibe un Dios para encerrarlo, sino para compartirlo, cuando es auténtico el Bien y Dios que es el sumo Bien, infinito Bien y por eso está antes. Y los siglos de los siglos, los cielos de los cielos y todo el universo entero, todo ésto en ese ordenamiento, ¿qué implica?: Dios manifestado. ¿Qué es?: Gloria de Dios.
Por eso los ángeles, cuando se sintetizó todo ésto en un Ser Humano Divino, cuando nace Jesús en Belén, cantan ¡Gloria a Dios en las alturas!. Ese proyecto realizado en la totalidad de un Hombre que es comunicante, vaso comunicante a todos los hombres.
Gloria a Dios, eso dice santificado sea tu Nombre. El Fin.
Al final, quiera que no el hombre está luchando en la vida todos los días, con su trabajo, con sus semejantes, con sus situaciones, con su iglesia. Con tolerar tantas cosas de una comunidad que podría ser feliz o por lo menos, ordenada. Con situaciones que no encajan con lo que uno piensa y siente. Todo eso, en esa fatiga que da, diaria, la vida.
Pensar que hay un fin trascendente que nos orienta: la Gloria de Dios.
Fin. Hay un doble fin.
Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino. Fin, la Gloria de Dios, que es la felicidad del hombre, el corazón humano, que busca amor, que no está quieto hasta que descanse. Y los amores intrascendentes, los movibles, los que son vendibles, invitan a algo que sea definitivo, porque exige más, cada vez más; y solamente descansará cuando entre en el océano de la Bondad y de la Verdad. Este corazón necesita Felicidad: el Reino de Dios. Que es compartir a Dios. Experimentar a Dios en medio de los hombres.
Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino: Fin
Camino: Hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo. La voluntad de Dios es el camino.
El Hombre es un ser creado; y ha sido creado con un fin. Si el Hombre procede por fines, porque es inteligente, Dios, que es inteligencia infinita, lo ordena en un fin. Todo empezó y todo vuelve donde comenzó. Es todo un ordenamiento. La voluntad de Dios, ¿cuál es?, la Felicidad del Hombre, la Paz. El mismo Dante lo cantaba: “e la sua voluntá e la nostra pace”. Paz, orden interno. ¿Qué es la Paz?. Ese ordenamiento interior. De ahí la voluntad manifiesta de Dios.
Está en la Revelación, que son los Mandamientos, los preceptos, las recomendaciones y las indicaciones de la Iglesia, el magisterio de la Iglesia. Todo eso llamado signos.
Y hay otra voluntad que subsiste más adentro, que no es así, estructurada, que no está en mandamientos ni preceptos. Es un designio de Dios, que está interno y viviente, que es la vocación personal, que es la orientación de esos designios internos que nunca se develan totalmente. Por eso el cristiano consciente, qué hace, busca continuamente el conocimiento de sus designios y los reedita con responsabilidad y los trata de cumplir, porque sabe que son su felicidad.
Y en este sentido hay un derramamiento de señales. Señales que son comunes. Los signos de los tiempos. Señales que son personales. Esa vocación personal, esa orientación, tanto en el compromiso temporal como en el compromiso eterno. Camino.
Medios. Los medios que Dios nos da. Su palabra. La palabra que usa estructurada, que es viviente, lo que Jesús dijo hace veintiún siglos, lo sigue diciendo y con una fuerza nueva; y siempre la Iglesia, que es la intérprete de la misma Palabra, que no la puede cambiar, porque si hay algo que es terminante, es que Dios habló y no habla más. Habló en su Hijo, para qué hablar más. Está todo dicho. Lo que pasa es que no está todo entendido. Que no está toda todavía sacada, digamos, agotada, la expresión y el sentido. En la Iglesia, como el magisterio se inspira por el Espíritu Santo, va deslizando la interpretación. El camino.
Y un camino interesantísimo, porque siempre es nuevo. Es nuevo en los horizontes. Siempre es el mismo, pero es nuevo en la Revelación; no cansa nunca el camino. No se fatiga el peregrino. Por eso siempre cuando canta, qué, lo hace con alegría. Porque hay una renovación.
Esto es  Fin, Camino o medio.
¿Quién se opone al fin?. La segunda parte del Padrenuestro.
Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. El pecado en cualquiera de sus formas y el egoísmo, el encerrarse, eh, tanto para sí mismo como los demás. El miedo, todas manifestaciones parciales psicológicas, porque somos así, somos históricos, y vamos realizándonos; y vamos manifestándolo, esas oposiciones a qué, a la Gloria de Dios. Porque en el fondo eso es negación de la vida y Dios es Vida. Todo lo que viene de la Vida, por eso tanta lucha que hay en el mundo sobre el aborto, eh, inconcebible, sobre la eutanasia. Cosa que no puede pasar y que el mundo se va a condenar, porque el castigo siempre viene cuando uno atenta contra la Vida en cualquiera de sus manifestaciones. Es el pecado de negar la Creación, porque es la Gloria de Dios, es la Manifestación de Dios, es el ateísmo práctico borrar a Dios no solamente de la historia, de la vida, del ser, un atentado; inútil por otro lado porque el tiempo lo borra inexorablemente y la historia nos lo dice. Por eso siempre éstos se van manejando entre contradicciones, porque la contradicción aclara la verdad y trae la luz, y va así, entre el pecado y la gracia, toda la vida será así. Y el cristiano que cree que una vez puede descansar en un cristianismo ideal está equivocado. El Cielo no existe en la Tierra en ese sentido porque da la oportunidad de libertad en el Cielo. Es así por eso, contradictorio. El pecado siempre subsistirá. Es una prueba de la misericordia de Dios. Sentirse pecador es sentir a Dios más Padre todavía. Porque aquél que se siente justo como el fariseo, que cumplía todo eh, la voluntad del signo estaba totalmente cumplida por él, no era mentira, decía verdad, pero la gran Verdad es que no se sentía verdad, era pecador, y se creía justo y hay un solo justo que es Dios.
Entonces, contra el Fin.
Contra los Medios: No nos dejes caer en la tentación. Tentación, en su origen etimológico es piedra, la piedra en el camino. Para el que quiere llegar al Fin, andar el camino, en el camino está la piedra que impide caminar, la tentación, la debilidad, la caída.
Quién no es débil, quién no es frágil. Es frágil en su salud, es frágil en su psicología, es frágil en sus conocimientos, es frágil en todo el hombre, pero hay una fuerza en la debilidad, ¿qué es? La verdad de reconocerlo, eso es estable, eso no perece, es otra fuerza.
Y al final, entonces, líbranos del mal. ¿Qué es el mal? La nada, porque el hombre es ser y a medida que crece la conciencia de ser, es más ser que un chico, es más persona, ¿qué es persona? Es la administración de todo ese proceso de crecimiento del ser, de conciencia del ser, que se va haciendo. Los que participan ahora, por primera vez en este curso de dinámica mental vienen buscando el ser y el que no busca el ser se equivoca. Busca el ser, claro, el ser dentro del existir. Y ahí está la movilidad del existir y la constancia, la permanencia inmensa del ser. Y contra el ser, el mal.
En momentos culminantes de alegría o de gran tristeza, de decisiones finales, como son problemas graves de la vida de las personas, como son el momento de la armonía donde uno, una columna larga, donde hay todo un proceso de dolores y de angustias, así, de soledades, porque uno se va dando cuenta que todos los lazos humanos se van rompiendo, porque se tiene que ir solidificando lo otro, lo Absoluto; es entonces cuando la experiencia me dice que la vivencia de la creencia de la Paternidad da el acogimiento, sólo los brazos de Dios que se abren, que te abrazan, que no te dejan solo. Y el momento más angustioso también de la batalla de la vida, no solamente las batallas legales, también las batallas económicas, las batallas sociales, las batallas familiares en el hogar, en la intimidad, en los problemas que hay, siempre serás abrazado por tu Padre.
Reza el Padrenuestro como lo rezaste por primera vez, porque seguramente en la inocencia de la niñez, en esa solidez de la crianza, esa fe enriquecida con la experiencia del dolor, realmente conmoverá el corazón de Dios, nuestro Padre. Y que ese Padrenuestro sea, así, el que selle este signo de amistad de Dios con nosotros. Es una señal clara del proceso de crecimiento en la experiencia de Dios, a medida que el cristiano, y se ve en los santos, en los místicos, que llegan a la culminación de este mundo, de una unión y de una experiencia de la vida de Dios, que hablan continuamente del Padre.
Por eso en este momento y en este día del Padrenuestro, regresemos al señor Jesús, que nos ha dado ese descanso, ese refugio, en el corazón del Padre que nunca falla.

 

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